¿Quién no ha pasado por esto en alguna o en muchas ocasiones con sus pequeños?
La RAE (Real Academia Española) las define como impaciencia, enfado o enojo grande, especialmente cuando se toma por un leve motivo y dura poco.
Tener rabietas es una demostración explicita y explosiva de un malestar, de un desacuerdo, nos parezca a nosotros que sea importante o no. En muchas ocasiones aparecen porque los niños están frustrados consigo mismos (cansados, hambre, sueño…), porque no consiguen algo que quieren o porque nosotros no les estamos entendiendo y comprendiendo lo que nos dicen.
Hacia los dos años es cuando comienzan las rabietas. Los niños y niñas descubren que con ellas consiguen nuestra atención, nos sacan de nuestras casillas y comienzan a comprobar su eficacia. Es decir, aprenden que es un medio para conseguir un fin.
Muchos os preguntáis ¿Qué hago cuando esta con una pataleta? Yo os diría nada. Ya que es una demostración de lo que está sintiendo en ese momento y por mucho que le digamos o hagamos, no va a dejar de sentir.
Las rabietas son una manera de sacar sus emociones y tenemos que aprender a acompañarlos de la manera correcta. Si ya pasaste por esta etapa y ahora parece que estas volviendo a ella debido a que comienza a tener otra vez momentos intensos, es totalmente normal, ya que los niños y niñas pasan por diferentes etapas a lo largo de su desarrollo madurativo y emocional.
Tenéis que tener muy presente que todos los cambios son fundamentales (por muy insignificante que nos parezcan) y generan un vaivén emocional. Por ejemplo, ¿qué les puede ocasionar ese vaivén emocional? cambio de domicilio, colegio, llegado de un hermano o hermana, celos, divorcio de los progenitores, perdida de algún familiar… Son muchas las emociones que surgen en un niño o niña a lo largo de su vida.
Aunque nos resulte difícil y estresante en muchas ocasiones, tenemos que aprender a gestionar estos momentos emocionales de nuestros hijos e hijas. Tenemos que entender que al igual que nosotros, son seres emocionales que están creciendo y aprendiendo a gestionar sus emociones y que necesitan expresarse y sentirse acompañados.
¿Qué no debemos hacer?
Cuando están con una rabieta, no debemos ignorarlos, reñirles, gritarles o castigarles, no les tenemos que decir que no pasa nada ya que para ellos es importante lo que están sintiendo, no debemos dar discursos ni hacer desprecios… Todo esto que os acabo de nombrar, puede ser efectivo a corto plazo, ya que frena la rabieta en el momento o puede que comience a tenerlas menos frecuentemente. Pero ¿y a largo plazo?
Realmente, con esa actitud, no les estamos ayudando a canalizar bien sus emociones. Tratándoles de esa manera estamos haciendo que se sientan culpables de sus emociones, los avergonzamos, los cohibimos por expresar lo que sienten.
Una de las frases más populares de Jane Helsen “de donde sacamos la loca idea de que para lograr que un niño sea BUENO, primero debemos hacerle SENTIRSE MAL”. ¿Por qué tenemos que hacerles sentirse mal para nosotros sentirnos mejor? ¿por qué en vez de estar buscando siempre consecuencias negativas, no buscamos soluciones para ese problema?. Si buscamos soluciones entre todos, disminuirá la lucha de poder en el hogar.
Ahora me pregunto ¿Cómo te sentirías tú en un momento de ira o rabia si te tratasen de la misma manera? ¿Si no te sintieras escuchado o acompañado?
Entonces ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos acompañarles?
Ante un episodio de estos, lo mejor que podemos hacer es esperar a que pase. Sé que en muchas ocasiones es complicado, sobre todo si hay gente delante, abuelos, amigos, mamis o papis del cole… pensamos que nos van a juzgar en función de lo que hagamos y muchas veces hacemos lo que nos parece que estaría bien cara a las personas con las que estamos.
Cuando están con una rabieta, normalmente suelen ser llamadas de atención o porque se quieren salir con la suya. Pueden ponerse fuera de control, pegar, gritar, llorar… Es cierto que en algunas ocasiones las rabietas son demasiado agresivas o perturbadoras como para pasarlas por alto. Mientras esto esté ocurriendo, lo mejor es esperar, darle un tiempo a que se tranquilice y si es necesario retirarle de la situación. No hay que intentar razonar con el niño o la niña en ese momento de rabia ya que no escucha. Tenemos que dejarles que recuperen el control.
Una vez que se han tranquilizado, debemos ir en actitud amistosa, nada de empezar nosotros a gritar, a echar en cara su actitud… Tenemos que preguntarles el porqué de esa reacción, que nos expliquen y cuenten que sentían, que les pasaba; y una vez que sepamos que ocurría buscaremos una solución para que no vuelva a ocurrir.
¿Cómo podemos afrontar las rabietas?
- Tenemos que mantener la calma, o por lo menos intentar que ellos no noten que estamos nerviosos y algo alterados. Nuestro tono tiene que ser calmado, ya que si nuestro tono es elevado, gritamos… no cesaran.
- No prestarle atención cuando comienza con una rabieta. Lo mejor es dejarles solos, en un sitio donde no corran ningún riesgo y esperar a que se tranquilicen. Si es necesario, y vemos que no pueden tranquilizarse, les decimos a ver si necesitan un abrazo, seguramente nos respondan que sí. También puede ser que nos respondan con negativa, entonces les podemos decir que el abrazo lo necesitamos nosotros, se calmaran y te lo darán. Es una buena manera de sacarlos del bucle y que se tranquilicen. Por darle un abrazo en un momento de rabieta en el cual el niño o la niña no puede salir del bucle, no le estáis premiando, le estáis ayudando a salir de ahí para luego poder razonar con ellos.
- No ceder bajo ningún concepto. Si cedemos, le estamos enseñando que con esa actitud consigue lo que quiere y persistirán durante más tiempo. Tampoco tenemos que ceder en público, si nos ven decididos a no ceder, se calmará mucho antes.
- Una vez que se tranquilice, entonces es el momento de hablar de lo ocurrido. Que el niño o niña te cuente como se sintió y cuéntale tú como te sentiste y que podemos hacer para que esta situación no vuelva a ocurrir. Es muy importante que los niños aprendan a buscar soluciones.
Como os he comentado antes, la aparición de rabietas es algo totalmente normal en el desarrollo evolutivo de los niños y niñas. Pero, es cierto, que para que no sean constantes y habituales, debemos trabajar con ellos desde bien pequeñitos las normas, límites y rutinas.
En muchas ocasiones, nos parece, que como son pequeños, siempre tendrán tiempo para aprender y al principio de su crianza no se instauran unas rutinas, ni se les enseña normas y límites. Por eso, cuando ya comienzan a crecer, sin darnos cuenta, hemos criado a nuestras hijas e hijos dejándoles decidir a ellos en todo, a salirse siempre con la suya…
En este enlace podéis leer la entrada sobre las normas y límites que ya escribí.
Las rabietas no duran para siempre, conforme van creciendo, van madurando y van ganando auto-control, ellos van aprendiendo a cooperar, a comunicarse y a afrontar mejor la frustración.
Como dijo Jane Helsen “Los niños se portan bien cuando se sienten bien”.
Familyon