
¿Qué les estamos transmitiendo?
¿Respeto? ¿Miedo?
Cuando hablamos o nos referimos al respeto tenemos que plantearnos si con nuestra actitud realmente les estamos enseñando el valor del respeto o en realidad están aprendiendo a tenernos miedo.
Albert Camus dijo unas palabras muy sensatas “No hay nada más despreciable que el respeto basado en el miedo”.
Hace años, bueno… no tantos años, ya que hoy en día, todavía se sigue viendo en muchos hogares que el respeto se impone y siempre hacia el adulto. Es el niño y la niña el que debe respetar al adulto (padre, madre, abuelos, tíos…) y a ellos, ¿se les está respetando?
Seguramente escucharéis en más de una conversación, los niños y adolescentes de hoy en día no respetan a nadie. Y yo me pregunto, ¿En sus hogares les han respetado? ¿Les han enseñado el verdadero valor del respeto?
Pensad, están transmitiendo los mismos valores y actitudes que ellos han recibido.
El respeto es una actitud que corresponde a unos valores que se inculcan desde pequeños. Es un valor fundamental para la sociedad, pero no solo tenemos que tener presente el respeto a los adultos, sino que también es súper importante el respeto a la infancia.
Yo, muy a menudo he visto como personas mayores o no tan mayores, se han colado en la panadería o en una tienda de chuches simplemente porque delante de ellos había un niño o niña. Eso también es respeto, y en esa situación al niño o niña se le está faltando. Bueno… hay muchas personas que no respetan ni a niños ni adultos, pero esto ya es otro tema.
¿Cómo podemos enseñarles el valor del respeto?
“El respeto es una calle de dos vías, si lo quieres recibir, lo tienes que dar” (R.G Risch). No podemos estar exigiendo a la infancia que no grite, que no pegue, que escuche, que respete… Cuando ellos no están recibiendo eso.
Seguramente en más de una ocasión os ha pasado a muchos y muchas de vosotras. Habéis tenido un mal día, al llegar a casa tenéis una pequeña disputa con vuestros hijos o con vuestra pareja por la cosa más insignificante. Al final va subiendo el tono porque parece que por subir el tono se nos entiende mejor o tenemos más razón. Al final acabáis diciendo a pleno pulmón ¡NO ME GRITES!
Entonces… ¿Qué estamos transmitiendo? Grito o no grito.
En esa ocasión, ya hemos perdido el respeto hacia nosotros y hacia la persona que está con nosotros.
Cuando adquirimos el valor del respeto, somos capaces de ver más allá de nuestro propio interés y aprendemos a ponernos en el lugar del otro. Aprendiendo a respetar a los demás, aprendemos a respetarnos a nosotros mismos.
¿Cuándo se pierde el respeto hacia la infancia?
Cuando creemos que tenemos la razón en todo, cuando no les escuchamos sus problemas (aunque para nosotros no sea nada, para ellos es todo un problemón), cuando no dejamos que aprendan de sus errores, cuando les hacemos todo y no les dejamos que sean más autónomos, cuando sobreprotegemos, cuando gritamos, amenazamos, chantajeamos, cuando nuestra mirada cambia, cuando amenazamos levantando la mano, cuando pegamos, etc.
Y ahora te pregunto:
¿Te gustaría que tu hijo te haga alguna de esas cosas? ¿Cómo te sentirías si fuera al revés? Respétale, tú eres su mayor ejemplo.
Debemos mostrarles el camino, pero ellos tienen el derecho a decidir, a ser quienes quieren ser, a tener sus propios gustos, tener su propia forma de pensar, de sentir, déjale que aprenda de sus errores, pues a base de ellos aprenderán muchas cosas de la vida, etc.
No le muestres una vida a base de gritos, amenazas, chantajes, castigos, no le obligues hacer lo que a nosotros nos parezca lo correcto o lo mejor… eso no es respeto, eso acabará convirtiéndose en MIEDO.
- Miedo a no defraudar.
- Miedo a afrontar un problema.
- Miedo a los cambios.
- Miedo a tú reacción.
- Miedo a equivocarse.
- Miedo a no hacer algo que sea de tú agrado.
- Miedo, miedo y más miedo.
La educación se adquiere en el hogar. Si les educas a base de miedo, perderán la confianza en ti y cuando tengan un problema no sabrán a quien acudir.
El respeto se basa en aceptarnos que no somos perfectos. Sino seres imperfectos.
Familyon.